La pandemia no ha frenado el incremento de los casos, en su mayoría provocados por los familiares y acompañantes de los pacientes, según revela un informe policial
La violencia de los usuarios con los profesionales de la salud en centros hospitalarios y de Atención Primaria, cuando precisamente este domingo se celebrará el Día Nacional Contra las Agresiones a Sanitarios, se ha convertido en una lacra difícil de erradicar, teniendo en cuenta el alto índice de casos producidos en nuestro país, y muy especialmente en Andalucía y en Málaga. Una situación que ni las medidas establecidas con motivo de la pandemia de Covid-19 han servido para que los sanitarios, extenuados durante meses por la ingente labor realizada por el coronavirus, dejen de ser el objetivo de agresiones físicas y verbales por parte de los pacientes o sus familiares.
Casos en los últimos años
Los datos registrados por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) en los últimos años son muy reveladores en cuanto al incremento de los casos.
Año 2017: Andalucía: 1.115; Málaga: 222 (139 nf+ 83 f).
Año 2018: Andalucía: 1.234 (967 nf + 267 f); Málaga 309 (228 nf+ 81 f).
Año 2019: Andalucía 1.507 (1.218 nf + 289 f); Málaga 327 (259 nf+ 68 f).
Año 2020: Andalucía: 1.042 (866 nf + 176f); Málaga 186 (132 nf+54 f), Sevilla 279 (236 nf+ 43 f) Málaga ostenta el triste récord de ser, reiteradamente, la primera en agresiones físicas, y la segunda en agresiones verbales. Junto con Sevilla, Cádiz/Córdoba, configuran el triángulo más agresivo contra los sanitarios. Con ligeras variaciones interanuales, en Atención Primaria el 47% del total son agresiones a médicos en el ejercicio de sus funciones. El 73% de las agresiones lo son a mujeres, frente al 27% de los hombres. El 51,5% de las agresiones tienen su origen en causas organizativas; este tipo de situaciones se han visto agravadas en la actualidad como consecuencia de la crisis del Covid-19, el déficit crónico y sistemático de las plantillas y el deterioro en la asistencia sanitaria.
Si la pandemia ha minimizado el impacto de las agresiones, la contrapartida es que las peculiaridades dictadas por el Covid-19 han generado un tipo específico de violencia. "A los motivos que tradicionalmente desencadenaban un episodio de violencia, física o verbal, en una consulta, como la disconformidad con el diagnóstico del médico, el tiempo de espera hasta ser atendido o la exigencia de mayores explicaciones por parte del paciente o del familiar que le acompañaba, este año se suman factores relacionados con el protocolo Covid, como la negativa a mantener puesta la mascarilla o a respetar la distancia de seguridad o las restricciones y limitaciones impuestas en espacios o acompañantes", concluye un informe policial. Lo que la pandemia tampoco ha cambiado es que el brazo ejecutor de la agresión suele ser mayoritariamente el familiar o acompañante, no el propio paciente.
Medidas de prevención
Desde el Sindicato Médico de Málaga (SMM) seguimos insistiendo en la necesidad de fomentar medidas de prevención, primaria, secundaria y terciaria.
Como prevención primaria creemos necesario:
- Adecuación de las plantillas de profesionales; el tope máximo de 1.500 pacientes por cupo médico debe ser la norma, y no la excepción. Para ello se precisa un claro incremento de las mismas. Así evitaríamos tiempos prolongados de espera para ser atendidos, que son el principal “caldo de cultivo” para el inicio de una situación conflictiva.
- También creemos necesaria una formación de los profesionales en el manejo de situaciones conflictivas.
- Igualmente necesaria es la información a los usuarios/pacientes de las limitaciones del propio sistema sanitario (no todo vale, ni todo es gratis), de las obligaciones de éstos para con el sistema, y no sólo de los derechos que les asisten.
Como prevención secundaria consideramos:
- Sistemas de vigilancia y seguridad en los centros sanitarios, con cámaras de vigilancia en los pasillos y salas de espera, vigilantes en los puntos más conflictivos. Por supuesto, respetando la confidencialidad de los usuarios.
- Consultas intercomunicadas, timbres antipánico y sistemas de alarma en los ordenadores, conectados con el resto de consultas y con las fuerzas de seguridad.
- Como prevención terciaria:
- Ayuda y acompañamiento al profesional agredido para formalizar el documento de Comunicación de Accidentes de Trabajo e Incidentes (CATI) y la denuncia ante las fuerzas del orden.
- Apoyo psicológico para superar el trauma que siempre supone ser agredido en el ejercicio de tus funciones.
- Sanciones ejemplarizantes al agresor. Se precisa que el sistema judicial entienda que las agresiones a los sanitarios en el uso de sus funciones no son faltas, sino delitos de atentado a la autoridad.
Málaga, 12 de marzo de 2021